Etimológicamente la palabra adolescentes no significa “adolecer” o “carecer”. Deriva del latín “adolescere” que significa “crecer”.
Consideramos por lo tanto que esta es una excelente etapa para sembrar en ellos valores de respeto, honradez, santidad, esfuerzo y todos los otros principios de vida que la Palabra de Dios nos brinda.
Las reuniones son dinámicas y participativas. Allí desarrollan sus dones y talentos, fortaleciendo lazos de amistad y compañerismo, capacitándose al igual que toda la iglesia. Para: ganar, consolidar, discipular y enviar.
De echo que son varios los adolescentes que llevan adelante un grupo de crecimiento (célula evangelística) y que se han capacitado en la Escuela para Líderes que se dicta específicamente para ellos.